La policía londinense es siempre un remanso de paz y educación. No suelen llevar armas, atienden a los turistas con amabilidad y controlan los altercados por la vía del diálogo y la comprensión, y solo sacan la porra a pasear cuando ya no hay otra salida. De hecho tienen hasta un refinado sentido del humor: cuando detuvieron a este chavalín probablemente drogado hasta las cejas y vieron espectáculo acuático que decidió realizar en plena calle y con las muñecas esposadas, lo primero que dijo uno de los agentes fue algo como: «Bueno, esto sí que es nuevo».
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